martes, 19 de agosto de 2014

El rostro de la escultura guayaquileña




Yela Loffredo de Klein es una escultora ecuatoriana, nacida el 22 de julio de 1924 en la ciudad de Guayaquil en la familia formada por el italiano Salvatore Loffredo y la guayaquileña Julia Rodríguez Coello.

A los  4 años de edad sus manos tocaron por primera vez la mezcla de papel y engrudo (mezcla espesa de harina y agua) que sus hermanos mayores utilizaban para realizar  las caretas de los “años viejos” y así obtener un poco de dinero para sus golosinas.

Estudió en la escuela Municipal  No. 4 “Manuel María Valverde”. Se graduó de bachiller en el “Colegio Nacional Guayaquil”.

Ángela Loffredo, nombre de pila, es la única sobreviviente de 11 hermanos. Heredó de su padre el amor y la habilidad por el arte que la llevó a convertirse en una de las mujeres más reconocidas a nivel nacional e internacional por sus esculturas.

Cuando tenía doce años de edad su padre falleció. “Mi mundo se terminó cuando mi padre murió”  manifestó, incluso hoy, muchos años después de la muerte de su progenitor, su rostro se torna triste al recordarlo. 

Su madre se convirtió en la cabeza del hogar. Sin embrago, la muerte golpeó a su familia un 13 de mayo de 1942 al perder a su madre el terrible terremoto que sacudió Guayaquil.
A los 18 años contrajo matrimonio con un joven de origen judío-alemán llamado Paul Klein. De su unión nacieron cinco hijos.

Nunca abandonó su gusto por el arte y, mientras sus hijos crecían, Yela no dejaba de imaginar las esculturas que podría hacer compartiendo con sus pequeños esta expresión del arte. En 1960, su esposo la motivó a ingresar a la Escuela Municipal de Bellas Artes en Guayaquil. “Él mismo (su esposo) me llevaba en la mañana y me recogía en la tarde de la Escuela de Bellas Artes”, recuerda doña Yela.

Desde ese momento Yela se identificó con la escultura, rama en la cual se especializó. El apoyo de su esposo fue de vital importancia. Construyó un pequeño taller en la planta baja de su casa en donde trabajaba con compromiso en sus esculturas hechas de resina, mármol y barro.

Se graduó en 1966, el mismo año que tuvo la idea de una exposición anual en donde jóvenes escultores pudieran mostrar sus obras al público en la calle. Esta iniciativa se hizo realidad con la Primera Exposición de Artes Plásticas en donde nuevas mentes creativas podían compartir con grandes maestros de la escultura. 

Al ver el resultado de esta primera exposición, se creó la Asociación Cultural Las Peñas, que Yela Loffredo dirigió por muchos años. Dentro de su domicilio tiene un espacio en donde reposan muchos de sus trabajos.

La vida de Yela Loffredo es sin duda un símbolo del arte guayaquileño, su amor y pasión por el arte fueron el motor para alcanzar sus sueños.




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